martes, enero 17, 2012

Tarde de Mayo

Aquel día viernes de mayo, Alberto decide tomar un paseo junto a su perro Osiris, y con ese motivo se dirigen al parque municipal, un lugar de grandes árboles, extensos prados, familias completas disfrutando de esa agradable tarde. Al recorrer sus senderos recordaba la última vez que estuvo ahí, y fue con su ex novia, con quien había tenido una relación de cinco años. Recordaba los buenos y los malos momentos, de eso ya habían pasado siete meses, la recordaba con nostalgia, pero sabía que ya nada sería igual, ya era todo parte de un pasado. Mientras caminaba soltó a Osiris de su correa y como un loco revoloteaba en el pasto, eso para Alberto era un espectáculo, saltaba como un conejo, corriendo de aquí hacia allá, moviendo su cola mirando con la complicidad del amigo a su dueño. Fue en un momento cuando Osiris se acerca a una banca, donde estaba sentada una mujer, se posa frente a ella, agitado de tanto disfrutar, la miraba y buscaba a Alberto, la mujer lo acaricia y en eso se acerca Alberto.

- Hola, es mi perro Osiris.
- Hola - saluda la mujer secando lagrimas en sus ojos.
- Sabes, Osiris es muy inquieto, y me causa cuidado que contigo se comporte así de tranquilo – replica Alberto y ella en silencio.
- Bueno creo que no es un buen momento – le vuelve a decir, mientras ella levantaba su mirada.

La queda observando y descubre que es hermosa, de un pelo negro muy intenso, liso, unos bellos ojos y nariz pequeña. Pasaron unos segundos y reacciona, toma del collar a Osiris, vuelve a poner su correa y se retiran en silencio y mientras lo hacía pensaba en ella, evidentemente ella estaba ahí por algo no muy bueno, en soledad, y eso a Alberto lo inquietó, se regresa, se sienta junto a ella y le dice:

- Disculpa pero voy a camino a comer algo en el casino del parque, que tiene una terraza muy agradable, y queremos invitarte a tomar un café un té o algo. Mi nombre es Alberto.
- Mi nombre es Cecilia, un gusto, y si acepto acompañarlos.

Aquella tarde no hablaron de sus penas, fueron simplemente dos personas solitarias que se encontraron en un parque y se hicieron compañía, la segunda cita fue una cena, y así se siguieron viendo como amigos, pero luego nació algo entre ellos, que fue creciendo cada vez más, crecía sin control y ninguno de ellos sabía si estaba preparado. Hubo desencuentros, hubo dudas, hubo aciertos, hubo momentos mágicos, situaciones lamentables, alegrías y sobre todo amor. Pero alguien falló y fue una gran decepción, lo bello que se estaba construyendo se diluyo y esa tarde de mayo la recordaban con nostalgia por el buen momento que fue. Cuando ese alguien tomó conciencia de ese error asumió que era demasiado tarde, su corazón se lleno de amargura y desconsuelo, busco la forma de remediarlo, porque a pesar de todo, se seguían amando.

Pasó un año y ahora quien estaba sentado en la banca de ese hermoso parque una tarde de mayo, pensando en como recuperarla, era Alberto, y sentado junto a él estaba Osiris.

miércoles, junio 18, 2008

EL ESPEJO

Joaquín entra apresurado al baño de la biblioteca pública, solo hay un hombre que se busca en el gran espejo. Mira al rededor y se acerca al lavamanos también buscándose en el espejo. Mira a su costado y el hombre está de pie como una estatua de carne y huesos, mas huesos que carne, con una mirada de espanto que apuntaba a un cocktail de pastillas ubicados frente a él.
Joaquín lo observa con cara de asombro, momento cuando el hombre gira su cabeza hacia él y con un tono de lamento desesperado le dice:

- Hoy fui al doctor y me dio todas estas pastillas es algo que debo hacer, lo debo hacer por mi mamita.

- ¿Y que estas tomando? – dice con curiosidad Joaquín.

- Son pastillas para dejar de tomar, la última vez fueron 5 semanas sin parar, me estoy matando y no puedo dejar sola a mi mamita, ¿Qué edad cree que tengo?

Lo mira cuidadosamente:

- Unos 33 o 34.

- No señor, tengo 21.

- Eres muy joven para cagarte la vida, hoy fuiste al médico, hoy quieres cambiar, es recién el comienzo - le dice calmadamente Joaquín.

- Lo sé, lo sé, lo hago por mi mamita, no puede quedar sola.

- Hazlo primero por ti, después por el resto. Pase lo que pase no dejes de tomar esas pastillas, no pienses que la fuerza de voluntad te ayudará a dejar de tomar.

- Yo sé que puedo sin pastillas – replica el hombre

- De ser así, no estarías aquí. Toma esas pastillas a diario, de todas formas te darán ganas de tomar, y lo vas a hacer, pero al primer sorbo te vas a ir a la mierda, eso es bueno, ya rechazaras el trago de a poco.

Joaquín termina de lavarse las manos, humedece su pelo y camina hacia la puerta de salida, mientras el muchacho se sigue buscando en el gran espejo, detiene su marcha, atina a voltear pero no lo hace y abandona el lugar. Joaquín recuerda la última vez que tomó, fueron 6 semanas sin parar, y de eso ya había pasado mucho tiempo.

jueves, diciembre 20, 2007

LA MONEDA


A sus 13 años Joaquín ya sabia lo duro que es la vida, de muy niño se crió en la calle. La plaza de Copiapó se convirtió en su lugar de refugio. Por las tarde se ubicaba en la entrada del restaurante frente a la plaza, “El Corvo”, donde estiraba su mano por una moneda.
Una de las veces le habló un cliente frecuente del restaurante, Joaquín quedó asombrado ya que este señor nunca ni si quiera lo había mirado, y le dice:

- Levántate y acompáñame.

Joaquín quedó con su mano estirada y mirando desconcertado a ese señor, quien siguió caminando. Al darse cuenta del estado de Joaquín, le insiste:

- Vamos niño, levántate, vamos a comer y a conversar.

Entraron juntos, se acerca un mozo a quien Don León le pide que acompañe al niño a limpiarse la cara y las manos y lo lleve a su mesa.

Pasó el tiempo, Joaquín ya era un adulto se sienta en uno de los bancos de esa plaza, pensativo, lo interrumpe las voces de unos niños:

- Papá, esta plaza es bonita - dice uno de ellos.
- Si, pero dijiste que viajamos a esta ciudad a conocer a papa Noel, ¿él está en esta plaza? – preguntó el otro.
- No hijo, solo estamos descansando.

Caminaron rumbo a una casa antigua, se presentan a la mujer que atendió la puerta.

- Él esta esperando, adelante – dice la mujer.

Se dirigen a una habitación amplia, con una cama en el centro y sobre ella un señor de avanzada edad quien al verlos entrar giro lentamente su cabeza y dice:

- Es bueno volver a verte Joaquín.
- Lo mismo digo Don León.

El señor toma un cofre de madera del velador y se lo entrega a Joaquín diciendo:

- Siempre iba al Corvo, el día que me fije en ti, metí mi mano en el bolsillo tome una moneda, pero me di cuenta que si te daba la moneda, en el fondo estaba haciendo algo para sentirme bien yo en vez de ayudarte, ahora dime, ¿crees ser un hombre pleno?
- Es lo que siempre busco.
- Muy bien, abre el cofre – mientras lo hacia, Don León le decía – eso representa mucho, hizo que ayudara desinteresadamente a muchas personas, a ti te cambio la vida, te regaló un consejo que te hizo luchar por ser un hombre pleno.

Joaquín abre el cofre, y saca de su interior la moneda que Don León no le dio ese día. Con una mirada de agradecimiento habla a sus hijos:

- Alonso, Manuel, les presento a Don León, a papá Noel.