miércoles, junio 18, 2008

EL ESPEJO

Joaquín entra apresurado al baño de la biblioteca pública, solo hay un hombre que se busca en el gran espejo. Mira al rededor y se acerca al lavamanos también buscándose en el espejo. Mira a su costado y el hombre está de pie como una estatua de carne y huesos, mas huesos que carne, con una mirada de espanto que apuntaba a un cocktail de pastillas ubicados frente a él.
Joaquín lo observa con cara de asombro, momento cuando el hombre gira su cabeza hacia él y con un tono de lamento desesperado le dice:

- Hoy fui al doctor y me dio todas estas pastillas es algo que debo hacer, lo debo hacer por mi mamita.

- ¿Y que estas tomando? – dice con curiosidad Joaquín.

- Son pastillas para dejar de tomar, la última vez fueron 5 semanas sin parar, me estoy matando y no puedo dejar sola a mi mamita, ¿Qué edad cree que tengo?

Lo mira cuidadosamente:

- Unos 33 o 34.

- No señor, tengo 21.

- Eres muy joven para cagarte la vida, hoy fuiste al médico, hoy quieres cambiar, es recién el comienzo - le dice calmadamente Joaquín.

- Lo sé, lo sé, lo hago por mi mamita, no puede quedar sola.

- Hazlo primero por ti, después por el resto. Pase lo que pase no dejes de tomar esas pastillas, no pienses que la fuerza de voluntad te ayudará a dejar de tomar.

- Yo sé que puedo sin pastillas – replica el hombre

- De ser así, no estarías aquí. Toma esas pastillas a diario, de todas formas te darán ganas de tomar, y lo vas a hacer, pero al primer sorbo te vas a ir a la mierda, eso es bueno, ya rechazaras el trago de a poco.

Joaquín termina de lavarse las manos, humedece su pelo y camina hacia la puerta de salida, mientras el muchacho se sigue buscando en el gran espejo, detiene su marcha, atina a voltear pero no lo hace y abandona el lugar. Joaquín recuerda la última vez que tomó, fueron 6 semanas sin parar, y de eso ya había pasado mucho tiempo.