domingo, diciembre 10, 2006

CAMINO


- Llegué hoy en la mañana, te espero – se escucha la voz al otro lado del teléfono.
- Me atrasé un poco, ahora voy saliendo – Manuel cuelga el teléfono.

Se viste con esa polera blanca con tonos azules, su pantalón café claro con varios bolsillos y las zapatillas verdes. Mochila pequeña al hombro y se encamina al encuentro de aquella voz. Santiago de mañana muestra ríos de gente, Manuel ya es parte de ese río, camina observando al señor de corbata extraña cruzando la calle con la luz del semáforo en rojo, a la pareja de jovencitas despidiéndose con un beso en la boca, la señora distinguida de traje azul 2 piezas, el pantalón blanco con líneas celestes que cubre una perfecta figura femenina, un tipo que camina buscando nada, los grandes edificios, grandes casa comerciales, el comerciante que vende relojes falsos, la señora de los libros falsos, un par de señores con traje hablando en voz alta jugando a ser los dueños de la verdad. Manuel por un momento recuerda a la dueña de esa linda voz, ese pelo largo y suelto, una mujer audaz, con la feminidad que solo ella tiene. Cada vez que piensa en ella se le viene a la mente esa frase: “Dicen las lenguas creativas cosas divertidas”. Ya no está en Santiago, sabe que se encuentra cerca de La Ligua, por que es acosado por “las palomitas”, aquellas señoras con delantal blanco vendedoras de dulce, a mil pesos la docena, compra media docena para el camino. Ahora en Coquimbo, se ve a lo lejos la cruz del milenio, piensa en su prima que ha visto solo 3 veces en la vida, sabe que esta casada y tiene un hijo, no hace mucho hablaron por teléfono. En Serena los recuerdos son buenos, fueron muchos veranos en familia, se pregunta por la niña de los ojos claros y pelo rubio amiga de su hermana, ¿Qué será de ella? En Peñuelas todos los años algo cambia. Al pasar por ese parque, donde jugaba de niño, piensa en la sempiterna tortuga que parecía haber estado ahí desde el inicio de los tiempos. De noche ya está en Vallenar, ciudad natal de grandes amigos, un par de ellos repartidos por el mundo. Copiapó dormido de madrugada es totalmente apacible. Manuel recuerda los años de estudiante, pasa por el edificio de 4 pisos que lo cobijó durante 4 años, los nombres que recuerda son muchos, grandes amigos, esta vez también pensó en el único enemigo que ha tenido, lo último que supo de aquel rival fue que no estaba bien, sintió compasión. Caldera es sinónimo de fogatas en la playa, Pan de Azúcar el granito orbicular, y Chañaral tristeza, lugar donde están sepultados los restos de uno de sus mejores amigos, la desgracia lo sorprendió terminando la universidad, un gran tipo. Al momento su muerte dudó de la justicia de Dios, pero alguien le dice: los caminos del señor son misteriosos y todo lo hace por algo. Ahora atraviesa la pampa desde Chañaral hacia Antofagasta, es un trecho muy largo, saca de uno de sus tantos bolsillos la fotografía de quien lo había llamado, ella está en la orilla de una piscina rodeada de pasto y árboles gigantes, tiene el pelo suelto, viste un bikini color celeste, un pareo cubre sus caderas y regala una sonrisa bondadosa. En el reverso de la fotografía una inscripción con su puño y letra: “para que no me olvides”. Evitó pasar por Antofagasta, los recuerdos son muchos pero no hay tiempo, ella lo está esperando. Sigue camino a Calama, ya se siente en casa, el desierto lo acoge como un hijo, esa pampa de Sierra Gorda siempre lo recibe con una infinidad de remolinos que se ven a lo lejos, son gigantes que le dan la bienvenida. Llegó a Calama y sintió la cercanía de esa pequeña alma pura, esa pequeña que es una fuente de alegría para su familia. Ya está cerca de su destino, camino a San Pedro de Atacama se detiene en ese arbusto que esta en pleno desierto con un cartel: "Dame agua". Accede a esa petición, como siempre lo ha hecho, y le regala la poca agua que llevaba. Sube la cordillera de Domeyko, a su derecha está el cerro kimal, lugar de ceremonias de los pueblos originarios de la zona, el frió es intenso. Baja por el llano de la paciencia, un llano casi infinito, lugar donde se perdía cantidades inmensas de cabezas de ganado provenientes de Argentina en los tiempos del salitre. Sube por la cordillera de la sal, lugar único en el mundo de una magnifica belleza, como siempre el mirador es visitado por turistas extranjeros, al cruzar el sector busca esa figura que un buen amigo bautizó como la cara del dinosaurio. Por fin llega a San Pedro de Atacama, es media tarde, los árboles de mediana altura están totalmente quietos, no se les mueve una rama, busca el lugar donde ella lo esta esperando. La ve en la entrada del hotel, sentada en ese banco de madera, a la sombra de un viejo árbol leyendo un libro, viste con una franelita blanca, hombros descubiertos con un par de tirantes delgados, pantalones con el color del desierto, con muchos bolsillos, como los de Manuel. Lleva sandalias, y un pañuelo cubre su pelo que deja ver su linda cara, esos ojos grandes, su sonrisa generosa, sus rasgos finos. Cierra el libro, se pone de pie con una botella de agua en su mano derecha. Manuel se acerca, sus miradas no se despegan, ella sonríe, abre la botella de agua, se la ofrece, se sientan bajo ese árbol viejo, ya es tarde noche. Manuel cruza su brazo por el hombro de su linda compañía, el sol ya se fue, por la cordillera de Los Andes asoma tímidamente la luna y de a poco el cielo se llenó de estrellas, están tan cerca que se creen capaces de poder tomarlas con la mano. Ya es de noche y ellos sentados y abrazados bajo ese árbol viejo, se miran y sonríen, todo es tal cual como lo habían soñado.

viernes, diciembre 08, 2006

VOZ GASTADA

Tuvo una vida difícil desde el momento que nació, sus padres vivían en una pobreza extrema que apenas les alcanzaba para vivir, su padre cuidaba vehículos ajenos y lo poco que ganaba lo destinaba a saciar su sed de alcohol, su madre lavaba y planchaba ropa ajena, su hermano mayor pasó mas tiempo en la cárcel, lo que el mismo denominaba su segundo hogar.
Pablo tuvo que trabajar de muy pequeño, parte de sus ganancias se las daba a su esforzada madre, el resto lo gastaba a veces en ropa, útiles escolares y el infaltable helado. A pesar de trabajar a diario, terminó sus estudios de primaria y secundaria. El trabajar de tan joven le formó un carácter fuerte, muchos decían que era de hierro, parte de esa personalidad fue formada por su tierra, vivir en el desierto mas árido del mundo, en condiciones climáticas extremas, donde de día el sol funde la piel, y la noche la cristaliza, no era fácil. Se sumaba a eso las muchas desilusiones amorosas que eran alimentadas por las fuertes diferencias sociales que a diario se invadían su mundo. Esa fortaleza que mostraba en realidad era una careta, por dentro era frágil, el mismo se decía que era un diamante, con la dureza más alta, pero de una fragilidad que lo destrozaba. Al terminar la secundaria intenta cambiar su destino y enfocó sus fuerzas en obtener un titulo universitario, sus primeros años fueron prometedores, era uno de los mejores de la clase, su vida era estudio y trabajo, fue en esa época cuando conoció al amor de su vida, la primera vez que la vio fue para él estar en otro estado, en un tercer mundo, sabia de belleza, pero para él esa belleza era de otro planeta, siempre recordaba la vez que la vio en la biblioteca de su facultad, cruzó por ese ventanal y los rayos del sol cubrieron su hermoso cuerpo. Ese día se presentó frente a ella con una rosa de papel que el mismo había hecho, fueron meses maravillosos, hasta que su sirena, como el la llamaba, decide tomar otro rumbo y encantar a otro hombre. Eso fue nefasto, se reveló su fragilidad, la desilusión amorosa trajo al presente recuerdos oscuros del pasado, su mundo se descompuso, de ser el mejor de la clase pasó a ser el peor, dejó la universidad y cayó en el alcohol, dejó de ser el joven esforzado de quien todos estaban orgullosos, pasaron meses sin tener noticias de el. El tiempo que estuvo perdido por la vida, se enfermó de amigdalitis, la que con el tiempo se hizo permanente, la bohemia había desgastado su voz y el alcohol y cigarro no ayudaban mucho en su recuperación. Logró salir de esa depresión que le causo su sirena, ella que lo tuvo al borde de la muerte. Decidió que nunca se iba a enamorar, que seria un hombre solitario, por eso acepto ese trabajo de guardia en el salar de Atacama, su refugio era una garita, lugar donde su única compañía era el sol de día y la luna de noche. En ese lugar pasó sus últimos días el guardia de la voz gastada.